AISMER.
Quisiera
decirte que todo pasará en un segundo, que todo el dolor se irá pronto pero no
puedo, sabes que no puedo mentirte.
-Entonces
¿para que estas aquí para burlarte? ¿A caso te divierte mi miseria mañanera
después de una noche sin sueños sin nada más que inútiles recuerdos?
-Claro
que no me divierte, sabes que existo para cuidarte, para protegerte aunque no
puedo negarla belleza de tu tristeza, es como mirar una hermosa pintura del
siglo XVIII...Como tus mejillas caen sobre las comisuras de tu boca, en tus
ojos se esconden las lágrimas más dulces mientras tus pupilas me muestran lo
que callas a la luna misma, toda tú tan indefensa, pero a la vez más fuerte que
la roca que el mar golpea cada anocher... Eres tan bella sufriendo, casi tan
bella como la magia de tu sonrisa.
-¿Bella?
Dime ¿qué tiene de bello alimentarse de recuerdos tiernos, cálidos, llenos de
falsas esperanzas para después despertar y ver que fue un sueño? ¿Qué hay de
bello en sentir que muero cada que ese aroma dulce viene y tengo que ver que
aunque todo lo di no sirvió de nada?
-Bien,
tu belleza reside pequeña en que más allá de que mueras del recuerdo, vives
sabiendo que así tenía que ser, amaste y él ya no está, perdiste tus ilusiones
pero aun así sigues de pie amando la noche, amándote, amando eso que él no pudo
ver en ti... Tu belleza, es la belleza de una estrella moribunda que al final
destella con tanta fuerza que rompe con el vacío, tú eres esa estrella.
-¡Ja!...
¿Vacío? no me hables de vacío... Y de amor, de recuerdos y de estrellas muertas
no quiero vivir, no puedo consolarme al saber que solo tengo eso, aun cuando he
aprendido más de mí que cuando estaba con él, no quiero solo recordar el calor
de un abrazo, no puedo solo recordar que es amar y tener la estúpida idea de
que me aman igual.
-Tú
los has dicho ¡no puedes! Pero ¿quieres hacerlo quieres vivir así? ¿Qué caso
tiene la vida sin la amargura de los pensamientos en silencio? ¿Qué caso tiene
este universo sin la oscuridad profunda de tus ojos, si el amor no hubiera atravesado
las raíces de la oscuridad pura?
-Lo
sé y de nada me arrepiento, es solamente que ya me canse de esperar y es que
empiezo a perderla esperanza...
-Shh…
Pequeña pero si tú no crees en la esperanza tú, crees en la verdad y no hay más
verdad que tú belleza. Eres bella cuando sufres, pues lo haces con delicadeza,
con ternura y aun así, en tu mirar veo la fuerza de la noche. Si tu verdad es
la belleza entonces es evidente...-ella me interrumpe de golpe-
- ¡Ya
cállate! Sabes que aun con tus palabras la tristeza no morirá ¡nunca!
-
Pequeña, no temas al recuerdo que ese no será el último aliento de tu alma, si
tu verdad es la belleza y tu inmensa fortaleza, entonces es evidente que algún
hombre (aunque sean tan simples y tontos por no saber apreciar lo dulce de tus
lágrimas) será capaz de sostenerte en sus brazos y amarte con locura. Seca ya
tus lágrimas, mira al cielo y recuerda cuando las liberaste, recuerda la magia
de tus ojos y la risa de aquel que no te abandona. Tengo que irme pues ya
amanece, duerme bien y sabes dónde encontrarme… Sólo mira dentro de tu pecho y
llámame tan fuerte que despierten la noche y sus bestias.
Así,
ella de nuevo sola mira por la ventana sus estrellas, así fue la noche triste.
Las noches posteriores, permanecí en silencio, observando atento para cuando
ella me llamara, esperando no escuchar su grito desesperado en medio de la
oscuridad, esperando que con cada amanecer su sonrisa volviera a pintar el
cielo de mágicos colores.
II
Y
de nuevo, una noche más la vi llorar, tan bella tan dulce, en silencio y sin
pedir nada, rompió el manto de las olas y se acercó al agua para que ellas
lavaran sus lágrimas tan amargas como el mismo mar. Ahí estaba yo sin que ella
me viera, ahí como siempre con la furia de todos, con la impotencia de nadie al
ver que nada podía hacer más que llorar con ella. La oscuridad del cielo se
cerró, el viento arreció mostrando la vitalidad de su carácter y su complicado
lenguaje, ese viento solo puede ser ella: fría, triste, desesperada...Y la
furia de todos crece, el mar rompe el silencio de sus dolores pobre del mar,
pobre del viento a merced de su estrella, la estrella que fallece.
- Ya sé
que estás aquí, no puedo verte pero siempre estás aquí...Estoy triste más no
tonta, ya sé que dirás que nadie merece mis lágrimas, sé que el viento sopla
fuerte y es por mí, lo sé.
-
Entonces, aquí estoy. ¿Qué tienes?
-
Nada, ya sabes, las nubes de siempre.
-
No sabes fingir pequeña, no sabes (mientras intento secar sus mejillas).
- Bueno pues si ya lo sabes, ¿para qué nos
hacemos tontos?
-
Porque me gusta escucharte, me gusta como hablas para que nadie pueda oírte
cerca de las rocas, donde rompe el mar las olas tú rompes en llanto.
-
Tonto... No puedes hacerme esto siempre, ¿te diviertes conmigo verdad? Aun con
tus palabras deseo salir corriendo y de cualquier forma me haces reír.
- Una
risa que me agrada, cuando marcas tu tristeza de rabia, para que el mundo no
sepa de ti pero bien sabes la verdad: La rabia solo es otra cara de la
tristeza.
-Si
pero aun así prefiero la energía del rayo, que la fuerza agobiante de la
melancolía, así que déjame un momento.
Mientras
Aismer mira el cielo gris tan fijamente que creo que las nubes colapsaran en el
suelo de arena y ahí estoy escuchando, intentando callar mi deseo de sangre,
todo el que la haga llorar merece perder. Sería justo, una gota de su sangre
por cada lágrima derramada. Ese ser tan miserable no merece menos que el dolor
inconsolable, una gota de sangre por cada lagrima, un pago justo ¡sí! que su
dolor sea 99 veces mayor que el de ella, sí que sufra eso y un poco más, que
sufra tanto que la agonía sea tan densa, tan cruel y lenta como el latir de la
tierra. Yo me imagino esta fantástica escena de justicia y ella sigue, contando
las borlas de las nubes al viento como haciendo música con ellas. De pronto se
rompe el silencio: - Sabes Absalón que la tristeza nunca se irá del todo, ahí
está siempre bajo mi piel impregnando mi sangre con su melancolía, como hoja al
viento antes de caer pero no pasa nada así es, así tenía que ser.
– Lo
sé, sé quién eres, a mí no tienes que explicarme nada.
Se lo dije severamente, sin darme cuenta, tal
vez para que lo entendiera de forma definitiva, al parecer no le importo esta
torpeza mía y siguió hablando tranquilamente.
- Mira
es tan simple como esto: tu furia cancerígena y misántropa es a mi equivalencia
melancolía y enorme soledad.
- Si
pero, ¿hasta cuándo? ¿Cuánto tiempo más tendré que soportar el eco de tus
lágrimas? ¿Cuántas noches más llorarás por él? ¿Cuántas noches más pasaremos en
vela tratando de averiguar cuándo es qué el amor se convierte en vacío, en un
cementerio de estrellas? Tu madre no lo recuerda, sé que nunca hablamos de
ella, pero hace ya más de veinte años ella rogo tu felicidad y por eso estoy
aquí, ahora ella teme de ti y de mí pero esa es historia que después
hablaremos, el hecho es que ¿cuánto tiempo más necesitas para entender que él
se fue y que así debía ser?
III
-¿Me
tomas por estúpida? o ¿qué te pasa? claro que sé eso y no sólo lo entiendo
realmente lo vivo, pero eso no significa que pierda el derecho de anhelar y
recordar, ¡tú eres igual a mi madre! ¡Crees que soy débil y que por ello debes
cuidarme; como ella fracaso tú te crees! ¡¿Con el derecho de juzgarme?!.
No puedo hacer más que permanecer, inmóvil
ante su figura alejándose entre lágrimas y gotas de lluvia. Su cabello se mueve
como la caricia de las rosas y se enreda en sus mejillas, húmedas, pero es que
no fue mi intención enfurecerla aunque ahora que lo pienso no resulto tan mal,
pues podría haberme desterrado para siempre.
Simplemente
me gustaría poder moverme y alcanzarla, pero mis brazos no pueden cobijarla, yo
al parecer solo soy parte de sus sueños, un habitante del mundo terrible que
nadie más conoce... odio ver como se aleja.
Aismer
dice a lo lejos: - Estúpido Absalón, odio que haga eso y lo peor de todo es que
aun cuando recorra toda la costa, jamás podre alejarme lo suficiente de él.
Siento que sigue aquí, siempre cerca.
Ella
tiene razón, siempre cerca.
La
encuentro sentada a los pies del precipicio, donde los árboles parecen tocar
las estrellas, como dice ella con su inmensa sonrisa. Parece que la tormenta ha
pasado, quizá pueda hablarle un poco de mi estupidez.
-
Pequeña, disculpa mi imprudencia yo jamás te subestime y nunca dude de ti, tal
vez me exprese inadecuadamente, es solo que tú has provocado que odie tanto
verte así y sin embargo me embelesa tu delicada forma de sentir. Simplemente es
tan grande mi aprecio por ti y tan enorme mi anhelo de verte feliz que caigo en
la estupidez que caracteriza a esos amigos tuyos: los humanos.
Hablo
desde lo profundo de mis sentimientos -sí es que un ser como yo puede tenerlos-
pero ella permanece en silencio.
-En
la niebla puedo ver todo lo que nunca imaginaste, todo eso que guardas bajo la
llave del silencio, no puedo hacer más que mirarte a los ojos y esperar que
algún día decidas romper tu encierro.- prosigo.
IV
Pasan
los segundos cuales días, el simple gesto de su mirada perdida al horizonte
rojo del mar me tortura más que su silencio inquebrantable. Estaba ya al punto
de la locura, instantes tan nimios e insignificantes que ante la inmensidad de
la existencia toda eran simple polvo, para alguien como yo que el tiempo ya no
significa nada esto parecía consumir la totalidad de mi ser, como si nada más
existiese ni yo mismo, nada más allá de Aismer y sus silencios infinitos.
Totalmente
absorto en mis absurdas deducciones a la espera de su voz llegue a teorías tan
diversas de las cuales me era imperativo saber quién era él o mejor dicho
¿quién habrá sido él para robar la luz de sus ojos para dejar seca su alma de
amores y llenarla de desilusiones? Tantas respuestas posibles para que al final
resolviera mi tortura en un sólo pensamiento: no importaba la respuesta como
dijo ella, la tristeza seguirá bajo su piel como hoja al viento, como la rabia
sorda e infinita que es de mí esencia; creo que por eso sigo siempre a su lado,
ella calma mi odio y yo con mi ignorancia de la naturaleza humana y mis ironías
hago de su melancolía algo menos agotador-quizá le divierta-.
Aún con
esta aclaración aparentemente lógica experimente una sed enorme de ella, saber
más y quizá así podría salvarla. Me hundí cada vez más en ese túnel de
oscuridad que se construye con mis pensamientos ante la imposibilidad de hallar
algo mejor que no me di cuenta, la había dejado sola al parecer por algún
tiempo no estoy seguro si por segundos, noches o años - ya que para mí no
existe la noción de temporalidad-, quizás ya sería tarde, de pronto creció un
temor inconmensurable de pérdida, sentí su corazón palpitante como trueno en la
tormenta y así de fugaz fue el sonido de su voz.
-¡Absalón!-
Dijo sorprendida- “pensé que te habías ido, siento tu agitación tan fuerte que
no puedo ignorarte, sé que mi silencio te agobia, sé que soy difícil de
soportar pero no tanto como tú con tus pensamientos complejos y caóticos”
-mientras ella hablaba me sorprendía lo bien que conocía mi naturaleza, quizá
más de lo que me gustaría-“…pero el silencio y la lluvia no pueden ser para
siempre”- terminó.
Su voz
suavizaba mi angustia como las olas que se llevan las huellas en la arena, así
cada palabra era parte de una canción de cuna. Ella hablaba y yo seguía sus
pasos respetuosamente sin ánimos de nada más que acompañar su travesía,
caminando con sus pies elevando la arena formando pequeñas nubes, con la brisa
en su rostro mezclada con sus lágrimas secas, volteo su mirada diciendo:
''Sabes este tiempo he pensado en varias cuestiones que había olvidado, una de
estas noches sin luna en la hora más oscura me arribó la idea de que no
recuerdo ¿cuándo fue la primera vez que supe de ti, entre ensoñaciones o
memorias viene la imagen de mi niñez y tú en la puerta a los pies de mi cama o
quizá fue esa vez de la noche terrible de horrores, puedes aclarar mi
turbulenta memoria?''
Quedé
pasmado, detuve el paso se enrareció el aire, la brisa colapso y tomando todo
el aliento posible, ahogado entre las espinas de mi voz no pude decir más que
esto: '' Siempre, querida siempre cuidándote''
- ¡Ah!
Siempre con tus ambigüedades- dijo con un aire de incomodidad- ya deja eso, es
una simple pregunta.
-
Simple tal vez, pero nos llevaría mucho tiempo siquiera escrudiñar la
superficie para encontrar la respuesta, además no estoy aquí para hablar de mi
sino para cuidarte.
- ¿Como
tú puedes exigir mis más dolorosos recuerdos y tú no puedes contestar esa
nimiedad?
- Si es
cosa tan insignificante, ¿porque de pronto la insistencia?
-
No lo sé, sólo quiero saber.
- Te lo
dije, estoy aquí por tu madre.
- ¿Mi
madre? ¿Qué tiene que ver ella contigo?
-Ahora
ya nada, ella solo estuvo cerca de mí un par de ocasiones, pero a causa de ella
me ha sido encargado cuidarte.
Nos
interrumpió el ruido gélido de la brisa, la noche trataba de hablarme, quizá
aún no era el momento, la bestias parecen inquietas, detrás de nosotros nada,
mucho alrededor. Le pedí que fuéramos a la casa pues ya hacia frio, me miro con
esos ojos penetrantes que parecen entrar en mis pensamientos y se dio la vuelta
como ignorándome, la seguí rápidamente y pronto llegamos al marco de la
entrada. Todo parecía latente, creí mejor dejar esa conversación para después,
la acompañe hasta su estudio y en un pestañeo me aleje sin decir más.
V
Estoico
ante sus interrogaciones me desvanecí pasivamente con el ritmo de su
respiración, sus parpados cayeron como telón al finalizar la función, en sus
manos un libro viejo con aroma apolillado, todo parecía tan calmo que casi
olvido la tormenta a la que nos enfrentaríamos pronto y dolía saber que yo
sería una causa más de su desilusión, me invadía la pesadez y en ese instante
comprendía la insignificancia y el vacío que Aismer sentía cada anochecer, mire
el cielo buscando algo que me hiciera volver.
La
miraba desde el cristal, ella tan apacible durmiendo en un mundo al que ni
siquiera yo podía entrar, intrigado e ignorante como suelo ser, quede a su
espera. Poco después de esta escena ella abrió sus ojos, centellantes ante el
fuego de la chimenea, entre la pasividad del silencio y la intensidad de su
corazón levanto su rostro acomodando sus cabellos dejando el libro de su regazo
en el suelo, se acercó al fuego, se sentó al frente y mirando hacia la ventana
me llamó aun cuando mi figura se perdía en la inmensidad de las sombras
nocturnas.
Aparecí
obedientemente a su lado, me mostró mi lugar y me senté próximo al fuego, noté
cierta magia en sus ojos como hipnotizada por el fuego: -“¿Porque te has
quedado afuera mirando las estrellas desconsolado? ¿Acaso es que mis preguntas
te han hecho sentir casi humano? O ¿hay algo más que quieres ocultarme?”- dijo.
-
Aismer, me sorprendes cada noche; quizá sea un poco de todo lo anterior y es
que hasta ahora entiendo porque te refugias en el silencio ante el abismo
creciente del estar ''vivo'' no sé si sea la expresión correcta en mi caso.
- Eso
que sientes es la vida que se nos escapa cada instante, aun sin vivirla, es la
inmensidad del cielo que se traga nuestra existencia, ante él parecemos tan
pequeños que en ocasiones parece tan inútil vivir, ¿para qué si al final todo
es tan insignificante?
Calló
repentinamente dándome esa mirada melancólica y dulce como pidiéndome respuesta
y yo, bueno simplemente no la sabia, desesperado aún no sé si por mi agitación
o su desesperanza forcé mis labios y dije: '' Creo que te equivocas al pedirle
a alguien que no ha vivido la explicación ultima de la existencia sin embargo
el destino me ha enseñado que aun en la ignorancia desesperada del sentido del
vivir, ustedes siguen caminando, tú aun con tu tristeza infinita te preocupas
por mí, aun en tú cárcel de soledad crees que todo tiene un por qué, que aún
hay aliento.''
Apenas
termine esta frase, sus ojos mirando los dibujos de la alfombra se oscurecieron
totalmente y vi gotas caer. Malditas ganas de abrazarla como ese fuego, estaba
tan cerca pero más lejos que nadie, puse mi mano bajo su mejilla y algo
inexplicable sucedió, ella se abalanzo sobre mí y me rodio con sus brazos,
¿cómo puede ser posible? En ese instante comprendí que ella y yo éramos iguales
pues de cualquier forma la oscuridad de sus ojos no me era ajena pues yo vivía
en ella.
Al
darse cuenta rápidamente seco sus lágrimas incorporándose, otra vez distante.
-
Discúlpame ya arruine tu traje, no debí...
-
¿Te preocupa más el hecho de dejar lágrimas en mi hombro que el hecho
extraordinario de tus brazos sobre mí? Me has cobijado con la negrura de tus
ojos, la magia de la noche y me hiciste vivir por un instante.
Seguía
ella mirando el fuego, secó los restos de agua de su rostro, levantándose
camino por estudio trayendo consigo una vieja libreta. Volvió a sentarse junto
a mí, abrió sus notas y dejo de golpe frente a mí ese símbolo, simples líneas
que contenía lo que no quería que supiera, crueles trazos que me trajeron hasta
aquí.
- Esto
lo encontré en casa de mi madre, detrás de una puerta marcado, ella cobarde al
descubrirme viéndolo solo dijo que fue un error de juventud, juventud en la que
no sé porque pintas tú.- dijo tintando su voz entre la rabia y la curiosidad.
-
No exactamente. -Dije pasmado y tembloroso-
- Ahora
entiendo por qué decías que por ella estas aquí, al parecer el silencio es algo
de familia, ahora entiendo que es eso extraño en sus ojos por qué teme tanto de
mí y mis soledades. Mientras tú estabas afuera tuve un sueño, que no vale la
pena explicar solo diré que vi la cara real de mi madre.
-Si
ya lo sabes entonces ¿para que necesitas de mí? ¿Qué quieres que diga? Tu sueño
solo muestra la verdad que tu madre ha negado desde siempre. Si está molesta
puedo irme, (levantándome de golpe esperando su orden apoyado en el marco de la
puerta) tú puedes hacer que no regrese y encerrarme para siempre.
Después
de pensarlo por un instante siguió diciendo: “No quiero eso, ausente no me
sirves, además ¿tú qué culpa tienes de su estupidez? ¡¿No comprendes?! –
Alzando sus manos agitada, roja y con la respiración cortada- No me
molesta que lo haya hecho, ni siquiera que yo tenga que cargar con ello, lo que
de verdad me irrita es ¡la mentira! Toda mi maldita vida preguntándome porqué,
todo una vida malgastada pensando en que algo malo había en mi sin entender
porque vivo enamorada de la noche... Todo se resuelve en esta sencillez: mi
madre es ¡una bruja!- concluyó desplomándose en su sillón- .
VII
¿Cómo
es que llegamos este momento? No lo sé, quizá me esté desviando un poco de la
historia pero al parecer este no es un hecho aislado y su misterio se entreteje
en las fibras más profundas de la vida de Aismer, por mucho tiempo intente
evitarlo, pero no hay forma de huir de uno mismo así que no me queda más que
ser franco y esperar a que ella saque la fuerza para despertar.
Suspiró
aliviada diciendo: “-Ese ni siquiera es el conflicto aquí, el hecho de que ella
haya hecho lo que quiso no me importa, nada de ello importa ahora, en verdad
que no la juzgo es más creo que la entiendo, entiendo que entre la soledad, el
silencio y la ignorancia cabe el sentimiento de buscar algo más, cada cual por
distinto camino, al parecer ese camino para ella fue doloroso, temeroso, oscuro
y difícil. Ahora entiendo por qué parece que cargará con una culpa tan grande,
pero ¿para qué cargarla? No hay nada de que sentirse culpable.”
-
Vaya, ahora me queda claro que Ellos tenían razón, eres increíblemente fuerte.
Creí que enfurecerías al punto de negarlo todo a ti misma, que era mi
preocupación, no cabe duda el destino es sabio y no se ha equivocado al
depositar en ti esa oscuridad que nos arrastra y nos cobija ambiguamente.
Al
terminar de decirle esto, ella tenía su mirada clavada en mí, tan oscura tan
profunda como nunca antes la había visto parecía estar envuelta en una fuerza
inmensa; las llamas bailaban como alocadas
de alegría ante su inmensidad, se dirigió de nuevo a mí: “Siéntate Absalón, no
te inquietes, ambos sabíamos que este momento llegaría, creía que para eso
habías llegado a mí. No hay que temer, a menos de que temas de ti mismo pues al
parecer tú y yo somos iguales”
-Ven
por favor- dijo colocando su mano sobre la alfombra marcando mi sitio- Ahora
entiendo...
-¿Qué
cosa? Dije perplejo, sorprendido por la fuerza inquietante de su mirada, dagas
afiladas que penetraban cada parte sensible que podría haber en mí.
-¿Por
qué tan callado? Eso es raro, parece que tu silencio viene del temor entonces,
¿Qué puedes temer tú?
-Discúlpame
esta vez no sé qué responderte.
Mientras
yo no lograba de salir de este pensamiento: “por eso pudo ¿abrazarme?”. Hundo
mis ojos en la alfombra, preso del anhelo de desaparecer, penetrar la tierra y
fundirme con ella… Ella me miraba fijamente, como tratando entrar en mis
pensamientos y así tan fugaz como la furia de la espada el silencio cubrió la
habitación, yo estoico perdí sentido de todo mientras Aismer sin saberlo se
hundía también en el abismo eterno del silencio. Cuando recordé creí haber
desaparecido, pero ahí estábamos hipnotizados por el fuego, alce la mirada
sintiéndome el ser más miserable pues una vez más de sus ojos caía la tristeza
contenida, por días o siglos tal vez.
VIII
Intrépida,
agresiva se levanta azotando la puerta, corre con el poder del viento hacia las
olas. Corro detrás de ella con la fuerza que impone sobre mí, trato de extender
mis brazos y alcanzarla otra vez; una vez más veo sus mejillas húmedas con sus
cabellos de terciopelo, se aleja nuevamente y yo inútil permanezco. “¡Estúpido y
maldito!” Eso repito una y otra vez. Por un instante logre ver su rostro
lleno de gloria y ahora huye a las olas donde nadie puede oírla (excepto yo).
Estúpido, que sumido en mi agobio me perdí y deje que la confusión azotara su
alma como las olas en el acantilado; trato de alcanzarla pero no logro
distinguirla solo sigo guiado por mi desesperación y es que aun no comprendo
como la tristeza llena sus ojos de forma tan cruel y tan dulce a la vez, es que
no comprendo ¿cuánto amor es capaz de causar esa pena que se asemeja al ruido
oscuro del mar? Mientras camino a ciegas tratando de seguir sus huellas en la
arena, escucho el susurro de su voz, su llanto ahogado por la sal del mar, su
amor muerto en soledad, corro lo más que puedo en el anhelo de encontrarla -antes
de que sea tarde- pensé, apresurándome tratando de ver más allá, tratando de
saber.
Ahí
estaba, a los pies del árbol más viejo dibujando en la arena con sus dedos.
-Pero
¿Qué te sucede ahora? no entiendo-dije algo molesto.
-Y
tú ¿qué quieres ahora, además de discurso sobre mi tristeza y burlarte? Es que
jamás podrías entender- dijo, sacudiendo la cabeza mirando más allá de
los límites entre el cielo y el mar, extendió su mano y dejó caer unas piedras
ensangrentadas.
-¿Qué
has hecho Aismer?- su mano pálida pintó de rojo la arena, me postre ante ella y
pose mi mano sobre la suya.
-
Gracias, ya no duele tanto, no te preocupes no hice nada son solo piedras que
intente arrojar al mar pero se quedaron atrapadas en mi mano como el fuego
dentro de una lámpara, eso es todo. Disculpa por irme así ya sabes cómo soy, me
quedo sin aire.
-¿Sin
aire o sin ganas de respirar?
-¡Deja
ya de meterte en mi cabeza! Quisiera tener esa furia que tienes tú, esa que lo
destruye todo, cambiarla por este vacío creciente llenarlo todo de fuego que él
consuma lo que queda de mí.
-
La tienes, sin ella no estaría yo aquí, ¿pero qué sucede? ¿Fue algo que hice?
Dime ¿qué provocó este cambio tan repentino del viento? Dices que jamás
comprenderé tus lágrimas ni tus silencios más sin embargo sigues llamándome a
cada momento.
-
Quizá es que no conozco su significado… No sé de verdad, no entiendo que es lo
que me sucede ¿cómo es que de la oscuridad tome la fuerza para enfrentar el
miedo y tan repentino y sin previo aviso me invade la desolación?
-
Eres solo un alma fragmentada, que busca respuestas en el sitio erróneo-digo
tratando de rozar su hombro-.
-¿Dónde
buscar entonces si no es en él, en mis recuerdos, en esos pensamientos que solo
tú conoces?
-Sabes
bien que lo que buscas está aquí, entre este espacio; le digo señalando la
pequeña distancia entre los dos.
Alzó
sus ojos negros como la noche y podría jurar que vi en ellos una luz, un
relámpago, otra vez esa gloria en sus ojos. Me miró fijamente como si quisiera
consumirme, me tomó la mano fuertemente en un grito ahogado, un suspiro desesperado:
“Dime que no te irás, dime que esto no durará y es que cada día entiendo menos
y duele más".
- Ojala
pudiera, lo único que sé es que esto durará cuanto tenga que ser.
Sentí
el agua de sus ojos en mi hombro, descansó su cabeza ahí y yo sórdido escucho
el débil latir de su corazón.
-
Parece que estas conversaciones no tienen fin... creo que ya perdí todo el
sentido.
-¿Acaso
en algún momento nuestros encuentros lo han tenido? Pues hasta hace poco
ignorabas la razón de mi existencia en tu vida y ahora que la conoces todo
sigue igual: yo aquí ahogado en rabia por la impotencia de verte desfallecer
una y otra vez y tú bueno aun no lo comprendo, dice que reconoces tu tristeza
que eso no te quita el derecho de vivirla y más sin embargo comienzo a creer
que no es por él o por algún otro hombre en tu vida.
Con un
giro sorprendente, sentí frio recorrer toda mi espalda…
Aismer:
“- Es reconfortante hablar contigo, aun cuando me duela. Cuando estábamos
sentados frente al fuego por un instante sentí una enorme soledad como si
dentro de mi pecho cavaran un agujero infinito que no calma su hambre con nada,
como sí se tragara todo de mí, sentí que moría me faltaba el aire y por
eso salí corriendo esperando que el mar y sus olas se llevaran la amargura.
Es
estúpido ahora que lo pienso pues sé que por más que corra no podre
alejarme de ti al menos y no quiero, la ironía es que a pesar de que estabas
ahí conmigo me sentí inmensamente sola me invadió un temor más fuerte que las
llamas que nos cobijaban, corrí sin pensar hasta llegar al precipicio…”
Al
escuchar “corrí sin pensar hasta llegar al precipicio…” mis ojos se abrieron
tanto que pensé que saldrían de sus cuencas, pero no por la sorpresa,
sino por el temor de perderla, me erguí de golpe frente a ella, tomé sus
pálidas manos y las sostuve tan fuerte, (tratando de disipar esa amargura que
quiso arrojar al mar) que no pudo más que corresponder el gesto colocando
sus manos mí alrededor. Ahí estaba Aismer otra vez, rompiendo toda
concepción de lo imposible y me sentí vivo por un instante, sus ojos
centellantes con la luna refleja en ellos.
Seguido
de profundos suspiros con la mirada hacia la nada me dijo: “Gracias Absalón,
por estar donde más nadie ha estado, ahora comprendo…”
IX
Al
escucharla no pude articular palabra alguna, me limite a escuchar
desvaneciéndome poco a poco con la brisa escapando de sus brazos hasta la
próxima vez que me necesite.
“Gracias...”
–escucho vagamente y solo respondo “buenas noches”.
Los
días y noches siguientes atento a ella desde la distancia que nos otorga el
silencio, podría decirse que estaba ausente, más sin embargo podía saberlo todo
esperando, escuchando sus secretos a la luz de las estrellas.
Ahí
está Aismer abrazando la nada, absorta en suspiros y pensamientos circulares
acerca de la vida, la muerte, la dicha y la agonía, esas complejidades tan
suyas mientras yo en la reclusión obvia para alguien nacido de la oscuridad
toda... Ella permanece ahí donde el viento alza su cabello en remolinos que
revelan la real agitación de su ánimo contenido; camina por la playa buscando
huellas donde nadie ha pisado así como busca sentido en el caos ( y yo soy
muestra de ello), escucho sus dedos sumirse en la arena húmeda, escucho el eco
de su aliento atrapado como si intentara aniquilarlo a cada segundo;
llega al muelle y se detiene abruptamente, sumerge sus pies en el agua que
llega a los bordes de su negro vestido y chapotea pausadamente como si
con cada gota cayeran sus pensamientos al mar de mi ignorancia y es que ignoro
todo acerca de esto del vivir.
"Cada
día duele más y entiendo menos, cada noche el vacío crece como las llamas en la
hoguera alimentadas de todos esos secretos llenos de veneno, sustancia extraña
es mi sangre que me hace sentir viva gritando por un anhelo de muerte, al
amanecer me quedo vacía, cenizas eso es lo que queda de mí y pronto el viento
se las llevara lejos muy lejos de aquí"- la escucho decir al viento o a mi
aun no lo sé. -
Esto
parece un juego interminable, un tablero de ajedrez en el que ella se ha vuelto
maestra pues cuando creo entenderla cambia de rostro como la luna, pensé que
estaba yo aquí para cuidarla pero ¿de quién? ¿Quién querría herir a una
criatura como ella? Realmente no sé porque empleo tanto esfuerzo en estos
pensamientos que al igual que a ella parecen dirigirme al infinito, a ninguna
parte.
Comienzo
a pensar que este viaje hacia la verdad de Aismer llevara más de lo pensado,
siendo tan doloroso por mi natural impaciencia y aun aquí sigo atado a la
incertidumbre de sus dulces misterios.
X
En una
de esas noches tan eternas un sonido dulce envolvió la casa, " una canción
triste para ahuyentar los fantasmas de mi memoria" murmullo, manos
tranquilas en una apasionada danza se trasladaban por las teclas del piano, a
la luz tenue de la lámpara colocada de forma tan exacta como para iluminar sus
ojos, para evocar la calidez que solo revela en extrañas ocasiones y a medida
que danzaban sus dedos parecía transformarse: toda ella radiante, fuerte,
misteriosa, su cuerpo erguido, orgulloso y en sus manos la fuerza como para
quebrar el diamante más fino con un suave roce, toda ella contenida en las
notas de esa melodía.
En
pequeñas pausas, que parecían necesarias para recobrar la respiración tomaba su
pluma y marcaba eso que solo ella veía...notas, secretos hechos canción y al
punto máximo llego tanto que, concluyo matando todo en un la menor, parecía
cansada jadeaba llena estaba su frente de sudor, tomo su pañuelo apago la
lámpara y salió dela habitación.
Escucho
sus pasos, ese pasillo iluminado bañado de luna, tarareando esa extraña canción
entra a la habitación de la izquierda, abre las cortinas y se sienta en el
banquillo sin prisa, esos silencios tan bellos y tan mortales; se ha quitado
los zapatos y sus dedos tocan de forma juguetona la alfombra azul, hace tiempo
que no la veía así tan tranquila con los ojos placidos, llenos de paz,
acompañando el vaivén de las velas con ese juego de sus dedos.
Levantándose
toma la pipa de su padre, pluma y papel, y encomienza a escribir, para mi
infortunio no puedo ver la nota.
Posterior
a esta misteriosa escena una peculiar e inquietante pasividad envuelve nuestros
días, seguidos de caminatas nocturnas hasta el viejo árbol, caminatas silentes
de las que poco se excepto que le ayudaban adormir.
El
misterio de esa nota, esas gotas de tinta en el papel atormentaran mi
existencia hasta los confines de su totalidad, esas caminatas... ¿cómo es que
ella se encuentra sumergida en esa extraña tranquilidad y yo ardo en furia?
En una
de esas tardes la vi, sentada a la ventana del gran salón con una humeante taza
de té, humo que a la luz de la neblina de afuera parecía acariciar su rostro
cálidamente, sumergida en un inesperado y profundo suspiro escribió mi nombre
en el cristal empanado entre el frio de afuera y la calidez de la sala.
Ahí
estoy siempre cerca, su rostro se refleja en él te como el retrato de una
estrella ahora esa pasividad de los días tiene un sabor distinto...
-Aquí
estoy
-Bien,
ven y siéntate conmigo.
- Te
noto más tranquila, ¿a qué debo la dicha de tu paz?
- No
confundas el silencio con paz, bien sabemos que en el encontramos al temible
enemigo: la tormenta de pensamientos. He logrado acallar un poco lo que
escuchas cada noche.
- Y
bien ¿porque me has llamado esta vez?
-
Después de las nubes del silencio, mi cielo quiere llorar palabras al rio de mi
historia y al parecer eres el único interesado en ella.
Es una
historia más allá de las páginas de la eternidad pero su tinta traspasa las
fibras del papel, de negruzca sangre es escrita más allá de mí, tanto que aún
me cuesta comprenderla y es por ello que la guardo bajo llave de la luna roja y
es que desconozco si merece ser contada, es más dudo el ser capaz de contarla,
pues esta historia jamás fue mía.
¿Por
dónde comenzar? pues existen mil cosas que ignoro, quizá ahora las palabras me
parecen pobres ante estos peculiares hechos.
-Creo
que el inicio poco importa, sé que eso te inquieta pues deseas comprender, solo
diré que para ver hay que alejar la vista, para el sentir no hay más
explicación que el mismo acto del sentir. Así que solo déjame verte y habla sin
pensar en las palabras.
"¿Que
decir que no haya dicho ya? esta es la historia más vieja del libro: un corazón
roto, una interminable búsqueda, la necesidad y deseo que se convierten en
tragedia.
Las
respuestas que busco no se encuentran aquí ni en ningún lugar, no hay razón
aparente para la existencia más que el peso del tiempo, ¿cómo explicarías las
acciones humanas sino es como un simple juego del destino? Somos títeres en la
obra del mayor ególatra infinito.
Si la
vida es un juego y nuestro trozo de cosmos es el tablero de ajedrez ¿qué
seriamos tú y yo? ¿Servimos al rey? ¿Quién es él? o ¿somos dueños de
nuestro destino? ¿Porque está permitido que cometamos tantos errores si todo lo
que hagamos resultara en ínfimos cálculos ante la inmensidad? ¿Para qué
tanto misterio?
Y es
que de pronto siento que nado entre las agua de la consciencia, lagrimas gotas
de muerte, el Estigias se esconde en tus ojos Absalón, logro verme en ellos...
tus ojos son mis ojos... ¿En realidad crees que la humanidad es tan miserable
como para sufrir por placer? ¿Realmente crees que la tristeza existe por la
carne y la sangre podrida de los cuerpos? A estas alturas deberías ya
comprenderlo.
En este
rio de eternidad, lleno de lamentos vagamos como tratando de encontrar nuestro
lugar, luchamos tanto por existir en la desesperación de un aliento
libre, mas sin embargo hay mil ciegos a la luz que traspasa las nubes,
sordos a la melodía del bosque muertos en la ilusión de vivir. Esa magia, ese
brillo más allá lo experimente, hace tiempo con él; sus ojos eran más bellos
que la luna misma de su boca provenían las palabras más dulces que el canto de
las hadas azules, el roce de sus manos era como el toque del terciopelo más
terso, pero todo era mentira eran mis ojos ciegos anhelando ver, era la ilusión
de vivir refugiada en sus brazos, creía respirar con sus besos cuando en
realidad moría en la soledad de mis pensamientos y mírame ahora... tan pálida
como las nubes, tan sola como la luna y más triste que antes. Todo fue mentira
y nada más puedo hacer.
Me
rehúso a creer que somos arcilla, juguetes de la historia...
Si
alguien me hubiera dicho que el tiempo me traería aquí, al borde del
acantilado, al filo frente del abismo hubiera reído irónicamente hasta dislocar
mi quijada de su articulación y así sería por la ironía de sus palabras pues en
mi interior conozco las posibilidades.
Hace
tanto ya que toque por primera vez esa extraña melodía que había olvidado como
sentir y hoy particularmente mi cuerpo todo se embriaga con este sentimiento,
esta melodía existe por quien soy y lo que jamás seré, quizá no lo comprendas
ahora pero las noches que en mi ausencia la luna se pinte de rojo sangre sabrás
el secreto entretejido en esto que solo a ti confió. "-termino diciendo.
XI
- ¿Esta
es tu manera de intentar engañarme? y es que comienzo a sospechar si realmente
deseas hablar conmigo pues como tu dijiste hace minutos ¿para qué tanto
misterio? y no me malinterpretes pequeña amo escucharte pero ¿porque te empeñas
en mantener es espesa niebla que nos separa? Acaso ¿temes verte en mis ojos o
es que en realidad te paraliza sentir, tanto que te escondes en ese torrente de
palabras oscuras? Yo no he venido aquí a importunarte estoy porque tú así
lo pides y el destino nos lo permite.
Si es
verdad esto que dices sobre que la humanidad es masque sufrir simplemente por
placer ¿porque no me explicas de una vez que hacemos en esta playa
desolada tan lejos de esos insectos humanos que tanto extrañas? Si no es
tu madre, es aquel de quien no quieres ni mencionar su nombre, es la
noche fría que te recuerda no sé qué otro suceso trágico que desconozco y te
deja sin aire para respirar, si te mata la soledad y te refugias en el silencio
¿porque cada que hablas me siento más lejos de esa mujer? ¿Quién eres en
realidad? ¿Acaso temes de mi per se?
Quizá
fui demasiado abrupto en esta azorada unión de palabras pues giro si
cabeza a mí con esos sus dulces ojos negros y dijo: todo eso lo sabremos tan
pronto el sol desfallezca tras la colina. Tomo su taza ya vacía y se retiró a
su habitación, mientras que yo quede inmóvil, como siempre esperando.
XII
Ahí quede yo a la espera de su voz, mientras la sala se
llenaba de una anaranjada y extraña luz, ante la cual todo parecía más vivo que
antes, como danzar entre las llamas residuales de un rojo sol a la tarde, esto
me recordó la mirada que Aismer lanzaba en ciertas ocasiones envuelta entre las
telarañas de la ira y la tristeza Ab
irato recordé.
Poco después, ya cuando los primeros rayos de luna bañaban
la noche ella me llamo, algo extraño note en su voz... camine por el corredor
como ratón curioso, ahí estaba ella serena cobijada delicadamente por un
edredón purpura, su rostro cual seda bajo la luz de esa lámpara colocada a su
proximidad de manera tal que hacia brillar sus ojos de forma casi mágica.
Parecía importante esto que tenía que decirme, temeroso no
avance más y me quede ahí perplejo ante
su figura vulnerable.
"Vamos tonto, ¿qué haces ahí? Entra de una vez"
Así que me senté en la silla frente a ella, sus ojos
directamente hundidos en los míos parecía de pronto que la luz de la lámpara
era nula y nadamos en la infinitud de la oscuridad, solo podía distinguir el
misterioso brillo de sus ojos.
“Gracias" le dije al sentarme.
- Bien aquí estoy ¿para que requieres mi presencia?
- Te dije que tus dudas se aclararían al morir el sol, pues
henos aquí, esta tarde me has dicho que no entiendes porque me aisló de todos
el por qué me cobijo en el exilio y me consumo en la nostalgia infinita sea
cual sea la hora y aún más allá de cualquier excusa...
Estoy aquí pies me canse de esperar, estoy aquí en medio de
la nada porque al igual que tú me canse de la hipocresía, de esas cucarachas
los humanos, harta de las palabras me refugio en el silencio pues no hay nadie
dispuesto a escuchar.
-Aquí estoy yo. -le dije- tratando de hacer tiempo para
armar un mejor discurso.
-Como dije antes creo que tú y yo no somos tan diferentes
después de todo...
Al decir esto dejo sobre la mesa de noche pluma y papel, me
intrigo el escrito pero me limite a escuchar y continuo diciendo: " Dices
que cada que hablamos dudas de quien soy que parecen mis palabras extrañas
telarañas de las que no puedes escapar, pues para serte sincera yo también lo
creo, las palabras tienen un infinito poder y la asquerosa sociedad nos hace a
algunos maestros en el arte del engaño, ¿cuánto de lo que decimos es real? Parece que tanto tus discursos como los míos
nos llevan por el camino del absurdo A bon entender, demi mot Absalón, tenías
razón ¿para que tantas vueltas? Solo
puedo asegurarte que mis palabras han sido sinceras y sin pretensión algunas,
creí que estabas aquí pues parecías dispuesto a escuchar cuanto tenga que
decir."
- Pero lo estoy, dispuesto...
- Entonces déjame terminar, si nos hemos visto envueltos en
este caos no es más que por la misma razón que me trajo hasta aquí, como dije
antes solo intento encontrar la razón detrás de todo esto, acaso crees que no
me agotan al igual que a ti estos días, estas noches entintadas de amargura?
-Está bien, Aismer perdona una vez más he olvidado la
complejidad de tu lenguaje y he caído preso de la ira.
- ¡No! eso no por lo que te he llamado hasta aquí, tus
ridiculeces de cortesía no me sirven de nada ahora, te he llamado por esta
sencilla razón: yo también necesito comprender. Veras, tu y yo no somos tan
distintos y es que yo por mi parte tampoco logro descifrarte y si es verdad que
tú y yo venimos del mismo lugar si a ambos nos cobija la infinita oscuridad
entonces el hecho de que hayamos llegado hasta aquí no puede ser solo obra del
azar, eso es lo que quiero saber.
-No entiendo Aismer, ¿qué quieres de mí?
-Lo mismo que tú de mí: la verdad.
- ¿Que verdad? No hay más que decir tú eres el principio y
el fin de que yo este aquí.
- ¿Otra vez? Y ¿te
quejas de mí? ¿Cuándo podrás hablarme
sin la ambigüedad de la que de por sí ya sufro por mano propia?
-... ¿Pues de que otro modo seria, si esto es lo que soy al
igual que tú?
- Exacto eso es a lo que me refiero... ¿cuándo me explicaras
en realidad porque estás aquí?
- Lo he dicho: para cuidarte. No veo la necesidad de decir
más.
-Inútil... si seguimos así terminare por matarme antes de
saber algo real sobre la comedia de mi vida o sobre ti.
-¿Que has dicho?
-Cálmate fue solo un chistorete, pero ya no quiero hablar
más buenas noches.
-Buenas noches Aismer. Le dije retirándome de su habitación,
desaparecí en cuanto desvió la mirada.
XIII
Mientras me alejaba podía sentir el eco de sus palabras,
como era ya sabido ellas y aun mas sus silencios tenían un inmenso poder sobre
mi...una vez más llegamos a ese punto del camino del que huía como hoja al
viento, estaba a punto de quebrarme al caer, ella tiene la razón no hay derecho
de réplica ante sus palabras si yo mismo me escondo de nuestra realidad.
Parecía que no podría evitarlo por más tiempo, la resolución del misterio de su
vida era el comienzo de la mía, ella escribe notas a la luz de la luna aquello
que ignoro y yo escribo de aquello que nadie ignora más que yo.
Desconozco de que otro modo explicarlo así que hago lo que
ella: escribo aquí a luz de las velas esperando que la tinta diluya la
confusión que hay dentro, sentado en la arena...
"Que mujer tan poderosa has sido tú, la única capaz de
despertar aquello que no había existido,
ignoras tanto y tan poco a la vez, tu mente no descansa así como tampoco lo
hace tu alma; desconoces quien soy y has hecho de mi algo mejor o peor no lo sé
lo único real es que en tu dolor me has hecho comprender la condición humana y
aún más en tus ojos comprendí la existencia toda, tu caos dio a mis ojos luz
para comprender la oscuridad. Soy quien soy y eso no cambiara así como yo no
cambiare esa tu siniestra mirada de dolor, el problema es que no estoy
dispuesto a aceptarlo es por eso que lo callo.
Mírame ahora parezco tú escribiendo, pintando de rojo la
arena acabándose el aire y es que no se ni que digo es tan simple como esto:
soy un demonio... no un demian ni un gin o simple hijo del fuego, un demonio
real, aquel que duerme en ti, un hijo naciente de la oscuridad pura, rebelde
entre los malditos.
Este es el secreto que nos une: el origen."
Así escribí esa noche, así comencé a cavar entre el abismo
infinito, las palabras eran ironías: tan limitadas y tan infinitas, tan suyas y
ahora tan mías. Una vez más perdido absorto en absurdos pensares y es que ella
es la luz de estrella en la amargura, nadie más que ella ha despertado amor en
el infierno y nos ha mostrado la cárcel del silencio, por nadie más que por
ella comienzo a comprender, sin Aismer la tristeza es un insignificante
capricho, en sus ojos vive el fuego de las más oscuras profundidades, ella me
mostro que hasta quien muere, vive y hay quien viviendo ha muerto aun antes que
su cuerpo y es en esos instantes en los que temo pues me siento vivo mientras
ella muere a cada respiro.
Quizás Aismer tiene razón, soy un cobarde al pedirle que
revele los secretos amargamente dulces de su historia mientras yo temo
mostrarme en totalidad, su vulnerabilidad es la mía y la única verdad aquí es
que temo, temo que la ira gobierne mi actuar y ello signifique alejarla de mí y
por consiguiente de ella misma, tal vez esa sea la razón de mi persistencia en
escucharla pues al saber eso yo ya no tendré que revelarle quien soy en
realidad.
No puedo darle las respuestas que busca la única explicación
que poseo es esto que soy y que estoy aquí por ella, por consecuencia de su
existencia y de las acciones de Aria su madre, ella necesita una explicación
última de sus dolores y del porque estamos aquí cosa que desconozco.
XIV
Aismer portaba un hermoso vestido blanco con terso encaje
que cobijaba sus brazos caminaba descalza en arena, las remanentes olas
acariciaban sus pies, iban y venían como sus lágrimas que por fortuna hacia
noches ya no había visto caer pues de nuevo la envolvía una extraña calma.
Me llamo una vez más:
- Que bien te ves Absalón, me parece una buena mañana con
estas nubes de algodón, hace tiempo un viejo amigo me dijo que la lluvia es el
recordatorio de que aun en las tristezas no estamos solos el cielo llora con
nosotros, ya lo había olvidado - dijo dibujando una leve sonrisa en su rostro-.
-Gracias, pero es el traje viejo de siempre... Me alegra ver
que estas de mejor humor.
-Cuando era niña venia aquí con mis padres, Aria y sus
ataques de nervios nos obligaban a dejar el caos de la cuidad... mi pequeño
refugio desde entonces, parece que herede de mi madre sus locuras
sentimentales.
Estas extraño hoy ¿qué sucede? ¿Algo en lo que esta pobre
loca pueda ayudar?
Creí que era el momento, le di la carta de anoche...Seguimos
hasta llegar al muelle.
Mirando mis manos temblorosas dijo "Mmm... ¿Tú
escribiendo? Esto se torna interesante" y se hizo el silencio en sus
labios.
Sentada ahí tan calma jugando con el agua a sus pies, en
silencio para un momento después de leer mi nota dijo: " Con que ese es tu
secreto... ¿puedes sonreír al menos un poco?
Creo que desde aquella noche frente a la fogata quedo claro quiénes
somos, afortunados y patéticos juguetes del destino. ¿Cuantos humanos han
podido estar frente a frente con un ser como
tú? ¿Cuantos demonios lloran como humanos? ¿Cuantos humanos viven como los de tu clase
en el destierro? Creo que muy pocos al
menos no conozco algunos otros"
- El universo me hizo lo que soy pero tú me hiciste
comprender el sentido, tú me enseñaste que aun en el infierno existe el amor
que ahora que lo recuerdo fue la razón de mi "nacimiento" el amor, el
odio, la tristeza sentimientos que no comprendí y fueron la razón de que exista
aquí al igual que tu... algunos de mis iguales han olvidado esto y tú me
hiciste recordarlo. El mundo no es negro o blanco, así como en la soledad
enfrentamos quienes somos pues no hay nadie más.
- Es curioso escucharte hablar así, por primera vez veo
quien eres y no temo pues esa es mi mirada, este tu temor es mi temor. Tú me
enseñaste que el miedo es el impulso de todas las pasiones. La verdad es que
vine aquí no solo para alejarme de la escoria humana sino de mi como lo hacía
mi madre y tu Absalón con tu rabia y tus palabras secas me obligaste a verme y
verme en totalidad, lo dije antes y hoy
lo comprendo: tú y yo somos iguales.
Me abrazo de nuevo pero esta vez fui yo quien lloro.
XV
Nuevamente no sé como pero pasaron las noches y sus lunas en
extraña tranquilidad para ambos y en una de esas noches la encontré frente al
fuego sentada descalza en la alfombra con una taza de té, inmersa en extrañas
notas, pero algo distinto había en el aire, hablaba entre dientes molesta
levantándose de suelo cayo agotada en su sillón marrón sudorosa yo la observaba
desde el umbral de la puerta.
"¿Qué haces pequeña?
¿Te encuentras bien? "
-No, no lo estoy, esto es absurdo... recibí una carta de mi
padre, ese maldito cree que lo sabe todo y como si no fuera suficiente dice que
en unos días llegara a verme!.
No entendía como esta carta podría causar tanta ira, ¿que
otro secreto se revelaría con esta visita? estaba por verse pues la
tranquilidad se había borrado de su rostro y deambulaba como leona enjaulada,
bramando, vociferando con fuego en la mirada.
"Es increíble... simplemente incomprensible como es que
funciona el orgullo, no veo más motivo
para su visita que el de alzar su ego ocultando con palabrerías su terror hacia
la locura del sentimiento, hacia la soledad"
-Y ¿tú temes también? O ¿que explicación daremos a la ira
esta vez?
-Por ahora no diré mas lo veras tú mismo.
...
continuará
continuará